スペイン史研究

ESTUDIOS DE HISTORIA DE ESPAÑA

Número 20 (diciembre 2006)

Un aspecto de las relaciones entre la monarquía y la ciudad de Sevilla a fines del siglo XV: Actividades de Juan de Silva, Asistente real, y sus oficiales subordinados, 1482-1492

por Hiroshi Shiina

En el presente artículo intentamos aclarar un aspecto de las relaciones entre la monarquía de los Reyes Católicos y la ciudad de Sevilla desde 1482 hasta 1492, a través del análisis de la composición, la condición social, la cualidad, las misiones, y las actividades de Juan de Silva, Conde de Cifuentes y Asistente Real; Fernando Yáñez de Lobón, Lugarteniente de Asistente y otros oficiales reales que fueron enviados en esa época.

Juan de Silva fue heredero de la casa del Conde de Cifuentes, que formaba parte de la oligarquía urbana de Toledo y que tenía señorío en la parte norte de Castilla la Nueva . Participó en la Guerra de Sucesión desde 1474 hasta 1479 a favor de Isabel la Católica. En septiembre de 1482 Silva fue nombrado Asistente Real, sucediendo a Diego de Merlo (nombrado en 1478 y fallecido estando en el puesto), y estuvo en ese puesto hasta 1500. Es de suponer que para el nombramiento de un noble titulado al oficio administrativo sevillano tuvieron en cuenta las situaciones causadas por la Guerra de Granada, y de hecho Silva acudió varias veces a las expediciones en el Reino de Granada. Estuvo como prisionero desde 1483 hasta 1485. En 1487 desempeñó un papel importante en el negocio de la capitulación de Velez Málaga. Por supuesto, fue tarea importante del Asistente Silva movilizar los recursos humanos y materiales de la ciudad más populosa y activa de Andalucía para el cumplimiento de la Guerra de Granada, pero parece que de él esperaron más que utilizara esos recursos en el campo de batalla: En otras palablas, Juan Silva en esa época fue un ejemplo típico y pleno del "Corregidor de capa y espada".

Mientras Juan de Silva participaba en las expediciones, el control de la administración urbana en Sevilla fue encargado a los oficiales subordinados. Entre ellos, fue importante el papel del licenciado Fernando Yáñez de Lobón, que fue nombrado Lugarteniente de Asistente en 1485. Ya antes de esto, a Lobón le habían enviado a Sevilla algunas veces para resolver varios problemas; por ejemplo, la tasación de los bienes confiscados por la Inquisición, el arbitraje del problema entre Sevilla y Carmona en torno al impuesto sobre las mercancías que pasaban por aquella ciudad, el arreglo de los conflictos que tuvieron lugar entre la familia del difunto Diego de Merlo y algunos vecinos sevillanos, etc. Los trajabos de Lobón como Lugarteniente, hasta su muerte repentina en 1488, ofrecen un ejemplo típico de las actividades del "Corregidor de pluma". Sin embargo, cuando tuvieron lugar algunos conflictos entre la familia del difunto Lobón y los vecinos de Sevilla, los Reyes Católicos intentaron resolver ese problema por su propia iniciativa, a través del envío de personajes de su confianza; este proceso ofrece un contraste con el caso de otros oficiales subordinados del Asistente, sometidos a las Residencias instistucionales y periódicas.

Entre los oficiales reales que fueron enviados a Sevilla desde 1482 hasta 1492, incluido el Asistente antecesor Diego de Merlo, se mezclaron personajes de diverso tipo a la luz de algunos criterios del oficial "moderno" (origen de baja nobleza o de burguesía, letrado con título universitario, mandato limitado, sumisión a la Residencia ), desde Juan de Silva "el menos típico" hasta sus suboficiales "los más típicos" (entre ellos puede ponerse Diego de Merlo como "menos típico" y Fernando Yáñez de Lobón como "más típico"). Suponemos que la causa directa de esta "heterogeneidad" de oficiales reales fue el hecho de que, los personajes que trabajaron por comisión real durante esos 10 años en Sevilla, se enfrentaron con una doble tarea, es decir, servir al cumplimiento de la Guerra de Granada por una parte, y resolver los problemas que tenía la mayor ciudad andaluza por otra. Además de esto, es de suponer que la "dificultad" y la "complejidad" del gobierno de la capital de un "Reino" que componía la Corona de Castilla, en donde la nobleza titulada formaba parte de la oligarquía urbana, reflejó la "variedad" y la "heterogeneidad" de los oficiales reales enviados. Para investigar este último asunto más a fondo, será necesario tener en cuenta otras instituciones aparte del concejo (Alcázar Real, Atarazanas Reales, Casa de la Moneda ...) y mirar con un alcance más largo en el tiempo.

 

Relaciones entre los cristianos y los musulmanes: Visión de los musulmanes por parte de los cristianos de la primera mitad del siglo XII

por Yuga Kuroda

Según dice el hispanista Richad Fletcher, desde el punto de vista de la visión de los musulmanes, entre finales del siglo XI y la primera mitad del siglo XII, se produjo un cambio decisivo, con el que la mentalidad de los cristianos se convirtió en una mentalidad más religiosa, llena de providencialismo y de odio a los musulmanes como enemigos de Dios. Según esta opinión, siempre la Reconquista ha estado estrechamente vinculada a la influencia de las Cruzadas.

El objetivo de mi artículo es re-clarificar la realidad histórica de la visión de los musulmanes de la primera mitad del siglo XII, utilizando no sólo la crónica fundamental para conocer el reinado de Alfonso VII que se llama Chronica Adefonsi Imperatoris, sino también otras crónicas tanto cristianas como musulmanas e algunos documentos de esta época. Me dedicaré a investigar específicamente la situación del reino castellano-leonés bajo el reinado de Alfonso VII.

En primer lugar, el cronista de Chronica Adefonsi Imperatoris piensa que existen dos tipos de musulmanes. Los andalusíes se llaman Agareni, mientras que los almorávides se denominan normalmente Moabites. En esta crónica se menciona a veces que Agareni desean incorporarse al imperio de Alfonso VII pagando tributa regalia, es decir, las parias o tributos. Además, cuando Zafadola, descendiente de los reyes hudíes de Zaragoza, se hace vasallo de Alfonso VII, el cronista utiliza la misma frase que en los vasallajes de los reyes, condes y nobles cristianos. No hay ninguna diferencia entre Zafadola y los dirigentes cristianos en cuanto al tratamiento. De hecho, otras fuentes históricas nos relatan que existen otros príncipes musulmanes que se hacen vasallos de Alfonso VII, por ejemplo, el gobernante almorávide de al-Andalus Ibn Gāniya, el cadí cordobés Ibn Hamdīn e Ibn Mardanīsh de Valencia y Murcia, el llamado Rey Lobo. Si observamos algunos documentos, podemos saber que no sólo Córdoba se incorpora a su imperio bajo el dominio de Ibn Gāniya de 1146 a 1148, sino también Ibn Mardanīsh se considera como vasallo auténtico de Alfonso VII, e aparece como vasallo junto a los reyes navarros, a los condes de Barcelona. Alfonso VII se proclamaba imperator…super mauros et super christianos, con lo cual tenía deseo de proteger oficialmente a los musulmanes que estaban dentro de su imperio.

En segundo lugar, es verdad que encontramos noticias en las fuentes de esta época en las que podríamos ver la influencia de las Cruzadas, pero son pocas frases, no muchas, ni siquiera todas, por lo cual es imposible hablar de un cambio radical en la primera mitad del siglo XII desde el punto de vista de las relaciones entre los cristianos y los musulmanes.

En tercer lugar, se mantuvieron las costumbres en caso de guerra, que ya se habían establecido en el siglo XI, cuando todavía no se había producido el movimiento occidental de las Cruzadas. Estas costumbres de guerra permiten que los sitiados soliciten algún periodo de tregua, normalmente 30 días, a los sitiadores para pedir refuerzos y después, con una capitulación "tolerante", los sometidos puedan quedarse, respetando sus cuerpos, su religión y sus bienes. Esto significa que la guerra del siglo XII entre los cristianos y los musulmanes mantendría el mismo proceso que la de los siglos anteriores, cuando todavía no existe la idea de Cruzada.

Todas estas cosas que he tratado nos llevan a la conclusión de que los cristianos, mejor dicho, la elite cristiana pensaba que los musulmanes no eran enemigos irreconciliables, ni enemigos de Dios que tenían que aniquilar u expulsar completamente de la Península Ibérica, sino que eran objeto de incorporación al imperio de Alfonso VII. Esta visión de los musulmanes es muy diferente de la idea de la Cruzada occidental. En realidad, se sabe que hasta el final de la conquista definitiva de Granada los musulmanes para los cristianos peninsulares seguirían siendo meros enemigos políticos, más que enemigos de Dios. En la España medieval, no hubo espacio suficiente para realizar el plan de las Cruzadas, el que los ecclesiásticos europeo-occidentales desarrollaron y ampliaron, porque allí necesitaban siempre conciliarse y pactar con los musulmanes reales.

 

Un aspecto de la construcción del Estado Español contemporáneo en el proceso del proyecto del ensanche de Madrid del siglo XIX.

por Masuo Sasano

Este artículo intenta estudiar el proceso del proyecto del ensanche de Madrid y sus transformaciones urbanas, para comprender la influencia del cambio de la España del siglo XIX en Madrid y el papel que hizo la Administración del Estado en la reforma del espacio urbano de Madrid por medio del proyecto. En 1860 fue aprobado el proyecto del ensanche de Madrid, elaborado por el ingeniero Carlos María de Castro (1810-1893), para disponer alrededor del casco antiguo de la capital española una amplia zona denominada "ensanche". En realidad, el proyecto quedó desvirtuado y avanzó lentamente, pero, sin duda, renovó la Madrid rodeada de una cerca del siglo XVII y configuró una parte fundamental del desarrollo urbanístico hasta ahora.

Uno de los rasgos básicos del proyecto de Castro fue la amplitud de la superficie sobre la que se proponía realizarlo, que era sustancialmente tres veces mayor que la del casco antiguo. El trazado de las calles del ensanche se organizó sobre la base de una retícula ortogonal. Castro concebió una ciudad cerrada por el paseo de Ronda, una nueva cerca y un foso exterior, conservando la idea defensiva tradicional. También planteó la zonificación social y funcional del espacio, la distribución de los edificios para servicios públicos, zonas verdes, etc.

Por qué se realizó el proyecto del ensanche de Madrid a mediados del siglo XIX? Porque Madrid fue la capital de España y una de las grandes ciudades en que repercutieron los diversos cambios del siglo, como el aumento demográfico, las innovaciones tecnológicas, el desarrollo de los medios de transporte, la industrialización. Estas repercusiones estaban apareciendo en Madrid, en el espacio urbano : la enorme inmigración, el aumento de tráfico, la aparición del ferrocarril, la consolidación de barrios extramuros, etc.

Además, durante el reinado de Isabel II, que empieza en 1833, la Administración del Estado se reorganiza y agranda con la centralización del poder. En la época de la Monarquía absoluta, las oficinas gubernamentales, meras agentes del poder ejecutivo de la Corona, estuvieron necesariamente situadas muy cerca del Palacio Real. Pero la división provincial de 1833, una de las reformas administrativas realizadas bajo el sistema liberal, constituyó la estructura básica para la centralización y la unificación del Estado.

El control gubernamental del territorio nacional, mediante la reforma tributaria y la creación de la Guardia Civil, que exigía el aumento de la plantilla del gobierno y el volumen de sus negocios, causó la reorganización de la administración. Los ministerios, que necesitaban nuevos lugares y edificios, se trasladaron a varios lugares de la ciudad a mediados del siglo XIX. En especial, el Ministerio de Gobernación, que fue el nuevo centro del poder estatal, se instaló en la Puerta del Sol, foco importante de la ciudad. No era extraño que en la Real Orden del 6 de octubre de 1846 y en el Real Decreto del 8 de abril de 1857, el Ministerio de Gobernación y el de Fomento que descendió de aquel ministerio expresaran la voluntad de transformar el espacio urbano muy reducido del siglo XVII.

La Real Orden del 6 de octubre de 1846 quedó sin vigencia por la rotunda oposición municipal, abanderada precisamente por el concejal Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882), incitando a la reforma y la densificación del casco antes que proceder a la ampliación de la ciudad y también atendiendo a los intereses de los propietarios. Se nota que había un gran contraste entre las líneas del Estado y las del ayuntamiento y que el primero iba a intervenir por su propia iniciativa en la actividad urbanística que en la mayoría de los casos había sido netamente municipal hasta entonces. Esta iniciativa del Estado se repite también en el Real Decreto del 8 de abril de 1857.

Sin embargo, el Real Decreto de 1857, que propuso el proyecto del ensanche de Madrid, no fue rechazado por el Ayuntamiento. En el casco antiguo fueron más graves los problemas urbanos de higiene, hacinamiento, escasez de viviendas y congestión de tráfico. Y además los trabajos conducentes al ensanche, es decir, el agua y el ferrocarril avanzaron a partir de 1850. La ampliación de la ciudad la exigirían la fuerza de los hechos visibles : la implantación del ferrocarril, la traída de las aguas del Canal de Isabel II, la consolidación de barrios extramuros, etc.

El proyecto de Castro, que fue elaborado en poco tiempo, tardó mucho en consumarse y se vio sometido en su desarrollo a procesos de deterioro y desvirtuamiento. Una de las razones principales que llevaron a esas situaciones consiste en la idea del proyecto en sí. El Estado le había mandado a Castro superponer la rigurosa retícula ortogonal en el barrio extramuro preexistente de Chamberí, lo cual dio lugar a una contundente oposición al proyecto de sus propietarios. Se puede decir que la decisión imprudente del Estado que no había considerado bien la realidad de Madrid condujo al proceso de retraso y deterioro del proyecto.

Las alternancias del poder también influyeron en el proceso del proyecto de Castro. Por ejemplo, el Ayuntamiento destituyó a Castro de los cargos de director facultativo de las obras del ensanche en octubre de 1868 con el pretexto de los incidentes de Chamberí, aunque se cree que su destitución estaba relacionada con la renovación de los concejales que ocurrió con la revolución de septiembre de 1868. Ángel Fernández de los Ríos (1821-1880), uno de los nuevos consejales, hizo una dura crítica al proyecto de Castro. Es posible que su crítica fuera dirigida al régimen de Isabel II.

Después de la aprobación del proyecto de Castro, el Estado promulgó las distintas leyes de Ensanche para llevarlo a cabo. Pero, lejos de responder a la idea urbanística de Castro, estas leyes la desvirtuaron. En conclusión, lo importante para el Estado no fue realizar la idea de Castro, sino ensanchar la ciudad de cualquier forma. El proyecto de Castro fue necesario para dar un paso hacia la ampliación de la capital, pero, en realidad, avanzó sin relación con su idea, ajustándose a los intereses locales.

 

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